La implantación de la bici como método de transporte habitual en Londres desde el año 2007 ha tenido el «prueba-error» como método de aprendizaje.
Todo se remonta al año 2000, en el que se crea el consejo «Transport for London», promovido por el alcalde de Londres Ken Livingstone, con el objetivo de reducir la congestión crónica de la ciudad poniendo la bici como solución. Londres es mayormente plana, las calles relativamente anchas y el desplazamiento medio interno es de 3,2 kms. Perfecto para ir en bici.
No fue hasta 2007 cuando se dio el primer paso firme: las bicicletas de bike-sharing. Fueron todo un éxito, por una pequeña cuota anual los londinenses tenían bicicletas urbanas sin la preocupación de que alguien se las pudiera robar en la calle. El bike-sharing ayudó a promover la idea de que el ciclismo urbano es accesible para todos (independientemente del estado físico de cada uno), útil, práctico y sano para todos, para los que van en bici y para los que no.
Evidentemente no funcionaron como se esperaba en un principio, eran peligrosas para los ciclistas urbanos menos atrevidos, o menos experimentados, al rodar cerca del tráfico rodado. El proyecto fracasó debido a las numerosas muertes de ciclistas atropellados, hasta 13 en 2012.
Las medidas tuvieron efecto y los desplazamientos en bicicleta aumentaron un 60%, llegando a suponer el 60% de los desplazamientos en hora punta. Está claro que si lo construyes un buen carril bici, aparecerán bicis.
Otro problema que tiene la infraestructura ciclista en Londres es la discontinuidad de los carriles bici. En la capital inglesa, los barrios tienen independencia para decidir sobre ciertos aspectos, como la configuración de las calles. Esto significa que para construir un carril bici que cruce la ciudad de punta a punta, todos los «boroughs» (barrios) por los que pasa el carril se deben poner de acuerdo, y eso no siempre ocurre.
El borough de Kensington & Chelsea, por ejemplo, ha sido muy restrictivo con los carriles bici, bloqueando todos los que se proyectaban en su zona. El resultado, obviamente: carriles bici discontinuos. Lo que más odia el ciclista urbano junto a un pinchazo de camino al trabajo en un día de lluvia.
Si quieres saber más sobre la situación de la infraestructura ciclista en Londres aquí tienes un par de vídeos de Jay Foreman muy interesantes.