Caídas que nos dejaron sin respiración

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La reanudación de la campaña de ciclista tras el parón de varios meses por el coronavirus nos dejó una de las imágenes del verano en la primera jornada de la Vuelta a Polonia. En la disputa por el sprint, los dos neerlandeses Dylan Groenewegen y Fabio Jakobsen llevaron hasta el extremo su rivalidad a más de ochenta por hora, en una recta que picaba ligeramente hacia abajo

Dylan Groenewegen inició el sprint por el centro, pero paulatinamente se fue cerrando a su derecha, hacia las vallas, por donde intentó pasar Jakobsen, hasta que hubo un momento que no había sitio. Jakobsen se estrelló contra las vallas, justo antes del arco de meta, cayendo en malísima postura: un accidente que le costó varios días de coma inducido, aunque pudo volver, este miércoles, a su casa, desde Polonia, en un avión medicalizado. 

La maniobra irregular de Groenewegen , el golpe que se dio Jakobsen, la cantidad de ciclistas que se fueron al suelo, entre ellos el catalán Eduard Prades, dio muestra de la gravedad de una caída de esas que se nos quedarán grabadas por siempre. 

En la historia reciente del ciclismo, los sprints han sido terreno abonado a sustos mayúsculos y tremendos momentos como esa llegada de VIlanova en la Volta a Catalunya del año 2000 en en cuya aproximación Manolo Sanroma se dejo la vida. 

Desde Abdoujaparov a Cavendish 

Antes habíamos visto llegadas de infarto, algunas en el mismo Tour de Francia, como la etapa final de la edición de 1991, la primera que gana Miguel Indurain, en la que Djamolidine Abdoujaparov, maillot verde, se enganchó con las vallas en la misma recta de los Campos Elíseos, teniendo que cruzar la meta a pie, arrastrando su bici, entre girones de sangre para mantener el maillot de regularidad. 

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A los tres años, Tour de 1994, el primer sprint mascó la tragedia por un gendarme mal situado que fue arrollado por los ciclistas a mil por hora. Laurent Jalabert escupiendo sangre fue la siguiente imagen que vimos en una tragedia que también secó la trayectoria ascendente del elegante velocista belga Wilfried Nelissen y el italiano Fabiano Fontanelli. 

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Ese mismo año en la Vuelta a España, Mario Cipollini duró un suspiro en la ronda española pues en la llegada a Salamanca, ya en la primera etapa, el cierre de su compatriota Adriano Baffi le estampó contra las vallas, temiendo lo peor para el carismático velocista italiano. Cipollini se llevó un profundo corte en la frente y estuvo ingresado varios días. Otro incidente mayúsculo fue el de una Vuelta a Suiza de 2010 cuando Mark Cavendish chocó contra Heinrich Haussler provocando una caída masiva en pleno sprint

La caída con mayor impacto visual de los tiempos recientes fue la del danés Tayeb Braikia en la Vuelta a Murcia de 2001, con la cara ensangrentada y heridas cuya descripción preferimos omitir. 

Y es que lo que estos auténticos bólidos ponen en juego en cada llegada que enfilan, sólo lo saben ellos, aunque el sprint sea una de las disciplinas más bellas del ciclismo, el peligro acecha en cada pedalada y en diferentes formas, y el resultado puede ser, a veces, fatal. 

Por Ibán Vega, El cuaderno de JoanSeguidor

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